Pegaso poeta

Respuesta a MosterĂ­n

Correcto, caballero: "los medios

conducen a los fines; los fines

se eligen, los medios se deducen"

 

Estoy de acuerdo: "la felicidad

consciente consiste en alcanzar

los fines últimos eficientemente"

 

Tiene usted razón: "existen la

moral teleológica y la deontológica;

una de los resultados, otra de los actos en sí"

 

Pero, ¿cómo está eso de que:

"los fines últimos no pueden ser justificados"?

 

Te equivocas al no reconocer

que, de hecho, tanto la moral

teleológica como la deontológica

se reducen a la misma

 

En efecto, los medios valen en tanto

lo que son, sin embargo su valor

lo adquieren porque los fines valen de por sí

 

Ahora bien, el valor de los fines

no es un golpe de gracia en los

apetitos inconscientes del hombre

 

Los fines resaltan como tales desde

el momento en que van de acuerdo

con el decurso de las cosas

 

Su justificación es intrínseca, no

a la elección, sino a sus características

de adecuidad con la realidad

 

Claro está que "la realidad" no se

conoce de una vez por todas y que

en ciencia todo son hipótesis

 

Pero, no olvides que por muy hipótesis,

en el individuo particular, en su vida presente,

son omnipresentes en  tiempo y lugar

 

Por eso, para cada individuo, la

naturaleza y la historia son siempre

síntomas inequívocos de lo constante

 

De tal manera que con su fija

presencia, sin necesidad de describirlas

se paragonan y jusfitican los fines

 

La prueba, desde luego, es a-posteriori:

se sabe si los fines concuerdan con

ellas, si el éxito es patente

 

Y en caso de no serlo, señal alguna

de que ni el fin es tan último como se cree,

ni vale ni está bien justificado

 

Es decir, los fines en sí se justifican,

según que se asemejen a lo aceptado,

en tiempo y lugar, como la realidad

 

Sí se justifican, porque su semejanza

con la naturaleza humana, con la historia,

es decidible, manejable y modificable

 

Inclusive, los fines deben justificarse,

pues su bondad requiere necesariamente

de la libertad activa de su poseedor

 

El conocimiento no se circunscribe

a tiempo y lugar; la valorización

de los fines, necesariamente, sí

 

Por ello, no hace falta analiticidad en

el conocimiento de la realidad para poder

justificar en ella nuestro actuar

 

Basta con referir paralelamente

nuestra vida presente, a nuestros particulares fines,

con nuestro momentáneo conocimiento de la realidad

 

No podemos prescindir referirnos a la

naturaleza y a la historia para justificar

la adecuidad de nuestros fines a ellas

 

El punto está en que la referencia

es siempre valorativa, y como tal,

válida sólo en tiempo y lugar dados.