Santiago Miranda

El docil yugo

 

La ley o el deseo, escoge; una palabra
Marcada a fuego lento en el alma, la piedra
De la consciencia, escoge autonomía o mandato

El brebaje de la virtud o el castigo (prometen eternos)
Amputando libertades de males efímeros y bellos
Creciendo sin motivos, descontrolados

La ley del deseo o un deseo ya sin leyes;
Agacha la vista, no hay límite fuera
Del derecho, sin respiro casi, un camino
Civilizado dicen, un trayecto ya sin sorpresas

Y esperan los poderes y obtienen lo esperado
Dos o tres del rebaño se declaran ya salvajes
Carne para el sacrificio, pérdida ya esperada

En el año en que las condiciones están dadas
Para al fin tener una estancia digna, no hay progreso
El producto de un esfuerzo recae en otras manos

Algunos de ellos lo saben, poco o nada
Otros hacen contra ello, es por eso que un sueño
Negro que quisieran desplazar, los visita intermitente

Un querer pintarse de colores, un querer
Salirse de sí hacia fuera, un festejo ya por todo
El tiempo destruido, una renovación casi necesaria

La sumisión elevada a la suma de sus voluntades
La transacción de los acuerdos, el diálogo abierto
Al fin para todos, todos como fin y no como medios