Edmundo Onofre

PARCIAL RECUENTO (IV)

 PARCIAL RECUENTO (IV)

                  XXXI

Después de cumplir mis sueños, mis deseos,

me subía sobre mis sandalias a buscar otros,

siempre quise alcanzar nuevas cosas.

Meta cumplida obligaba a alcanzar otra:

¿Un capricho? ¿Un lema?  Tal vez;

pero era mi energía.

                 XXXII

Averigüé cómo se producen los colores

para pintar de bellos tonos lo gris y oscuro.

Quise pintar sonrisa, elegancia, amabilidad

y por sobre todo pintar amor,

amor verdadero.  

                XXXIII

Para no atorarme con tantos mensajes

miré a ninguna parte, dirigí mi vista a otro lugar

y así pude sobrevivir y estar vivo aún.

Tal vez cuando pierda mi vista,

mis sentidos o mi sentido común

será distinto: habré fracasado.

 

               XXXIV

Cayeron de a una, levemente,

como  hojas de arbusto:

miradas vinieron suaves, aterciopeladas;

vinieron a posarse en los mejores lugares

que habitan los recuerdos;

desde luego, ahí permanecen esperando

que se les revivan una a una

por el resto de la vida.

 

                 XXXV

Para cultivar las mejores acciones

me alejé a lugares intransitados,

vestí de ermitaño, pensé como ermitaño,

viví como ermitaño...

capturé las mejores formulas

para producir esas mejores acciones;

pensé distinto a los demás,

ideé mi mejor plan.

Hoy, me nutro de aquella inusual experiencia

y si es necesario la repito.

 

                   XXXVI

En los rugosos dobleces de mi pantalón

guardé algunos amuletos y estampas

que me dieron seguridad para andar

por aguas profundas y estrechos senderos.

Cada vez que los necesité, ahí estaban.

Fueron fieles hasta el final. A veces bastó

palparlos sobre la tela, sentir su tibieza.

Me acompañan hasta hoy.

 

                  XXXVII

Vi bajo el agua lo que quise ver.

Vi también la verdad, la única verdad...

Después ideé aforismos y trabalenguas

para memorizar y enseñar lo correcto.

Quise escribir en el agua. También lo conseguí.

Cuando me olvido de lo que pienso,

me voy a alejados acantilados

a leer lo que quedó escrito sobre ellas.

Repaso, estudio cada página

que me traen las olas...

 

                     XXXVIII

No quise despertarme muchas veces. Preferí dormir...

Miles de imágenes reales me hacían soñar:

¡Bello soñar!

Para despertar, me obligaba a no soñar, a sufrir;

...y con eso volvía a la realidad: la fría realidad.

                   XXXIX

Las canciones fueron mi alimento,

la música fue atrapada por mis oídos

desde siempre.

Antes del pan, preferí las melodías,

con ellas logré ir donde quise,

con la música caminé, estudié, soñé...

hasta hoy me emociona, la disfruto

a cada momento.

                     XL

Cuando me faltó para comprar

me introduje en paisajes selváticos,

fui a playas solitarias...

Me sobró de todo.

Nunca más quise monedas, las hice rodar;

preferí lo natural de la vida.