Rosita de Mendoza

De un músico y su poeta

La música llegaba apenas

como una queja

silenciosa y profunda

otras veces eran risas

risas como cascadas

inocentes y frescas

Las palabras bonitas 

tarareaban en desorden

y aún no eran poemas

y una lágrima rodaba

sin título, sin nombre

detrás de aquel monitor viejo

La música venía  lejana

del otro lado del océano

y la queja lastimera

sin rostro sin etnia

dibujaba en el cielo

palabras extranñas

en lenguas extranjeras

Acordes celestiales

nunca escuchados de este lado

rasgaban el pecho

abrazaban el alma

y la emoción  se deshacía

en gotas de agua salada

Brahms, Sibelius, Tchaikovsky

dibujados en pentagramas amarillos

mientras de la mano de Heifetz

las recogía el viento

y burlándose del tiempo

de la lengua y la distancia

las notas una a una

se hundían en el alma

Una voz se escuchó clara

\"pisa suave\" dijo Yeats

\"estás pisando mis sueños\"

y mágicamente

la conversación

de transformó 

en música y versos