Edmundo Onofre

PARCIAL RECUENTO

PARCIAL RECUENTO

 

             I

Mientras sueño, pienso de verdad

mientras pienso, sueño de verdad

y en el intertanto me acomodo

para seguir la incesante marcha

que me obliga sólo a pensar,

sólo a soñar...

ésa, es la vida de verdad.

 

            II

En medio del discurso apasionado

las palabras depositadas una a una,

urgentes por salir, liberadas,

quisieron dejarse escuchar,

describir fielmente lo que sentían,

aún siendo duras.

 

          III

Después de un rato caminé

paso sobre paso

deslicé mis suelas por todos los espacios

que me permitieron, sin obstáculo,

palpar la humedad de tanto sudor derramado

y la sequedad de infértil sacrificio

que fue en vano.

 

         IV

Los intensos focos me cegaron por completo

ausentándome de la realidad,

quedando atrapado en una nube oscura.

Sentí sólo  latidos a mi alrededor:

los gritos desgarradores

de una espantosa realidad.

 

          V

El tic tac del tiempo

hizo revisarme los bolsillo

más de una vez...

sólo monedas devaluadas encontré.

¿A dónde fue a parar mi fortuna

que en la vida acumulé?

¿Y el fruto del sacrificio...?

 

          VI

Compré lo que quise,

miré las más costosas vitrinas 

de diferentes latitudes,

allegué a mi piel suavidad y abrigo,

alimenté mi ego con superfluidad.

Hoy, a la distancia, me reprocho

por haber llevado mi vista

a cuestiones secundarias.

 

        VII

Las anotaciones inundaron

en un dos por  tres

centenares de páginas

de mi abultado diario.

Quise ser breve,

las intensas vivencias

no lo permitieron.

Saqué mi memoria...

ahí están,

grabadas eternamente.

 

          VIII

Repartí valor como pude,

entregué, incluso, el mío.

Pretendí crear un ejército sólido

para derrotar lo injusto

y de esa forma vencer la mentira

para siempre.

 

               IX

Cuando estuve solo

me conformé acompañándome

con el grato pasado,

ése, aquél que no volverá.

Estuve rodeado de los mejores episodios

que hicieron sonreír mi existencia

y llegaron a ser mi verdadera epidermis

que me protege hasta hoy.

 

                 X

La última lágrima derramada

fue en una estación de tren

cuando era adolescente aún;

momento en que creía

en la nobleza de las palabras

y en sinceridad de los gestos.