Apyarathos

Por lo que fuimos y no.

Mis palabras erradas, tus silencios oportunos, nuestras respiraciones a destiempo y los pedazos del corazón que compartíamos no eran más que desastres naturales aguardando el más ligero roce de placas para manifestarse. Eran esas balas frías que luego de flotar todo este tiempo tuvieron la oportunidad de abandonar la eternidad en el limbo y chocar contra el asfalto.


Tú y yo eramos asfalto. Duro y frío, y aún así conectado. Eramos el camino, eramos el destino. Fue como haber existido desde siempre sin probar la vida hasta conocerte.


Fue como mirar por primera vez alas desplegadas. Siempre desplegadas sobre mí.


Fue como ir a la guerra envuelta en plumas para atrapar una granada entre las manos confiando en que no explotaría.


Fuiste el vuelo y fuiste el vacío. Fuiste mis pies guiándome al acantilado y tus manos esperando al fondo del precipicio. Fuiste los huesos que se rompieron y el beso que me faltaba.


Fuiste bala fría yendo de picada hacia abajo y asfalto aguardando el impacto. Fuiste blanco, negro y hasta gris... Gris rosáceo.


Fuiste lo que necesitaba en el lugar equivocado, a quien quería aún si no era recomendable.