Ivanna

El amanecer y el anochecer

El olor fresco y acariciante,
melancolía purificadora.
La iluminación serena,
luz verde a la transición.
El aire tibio, casi perfecto
que se siente dos veces al día...
Si demorara más en difuminarse
tan apreciado ya no sería.
Así es la intensa historia
de los fenómenos transformadores:
su antesala es un ambiente caótico
sin el cual la paz hablaría sin voz.
Y ante el placentero suspiro
de su inevitable llegada,
cerramos los ojos y los labios
para abrirlos y chocar con su partida.
¡He perdido lo que tenía!
¡lo que ahora tengo no lo sé usar!
Quisiera con la mano derecha
sujetar al día con su ruido y su luz,
y con la izquierda a la noche
y a su abrumador silencio.
Quisiera ver a esos amantes
en una eterna coincidencia,
mas la pasión de sus encuentros
con su fogosidad escasearían,
y el amanecer y el anochecer
tan apreciados ya no serían.