Nadia Belén Almazán Andrade

No puedo evitar mirarte.

No puedo evitar mirarte.

Estás en una posición firme frente a mi. Mantienes tus manos juntas, tu mentón un poco levantado, tus cejas un poco caídas y ojos entrecerrados.

Suspiras, esperas algo. No sé que es. Te acaricias el cabello simulando peinarlo, mientras levantas un poco la ceja derecha e incorporas tu postura.

Te estoy mirando, y tu ves que te miro, decido mirar hasta mi costado izquierdo y vuelves la mirada hacia donde estaba. Si pudieras ver lo que estoy viendo, posiblemente existiría una explosión ante tus ojos en el justo momento donde fijas tu mirada, en el techo, en la pared... en mí.

Te veo... y me estremezco.

Tus ojos y su manera de mirar.

Tus manos y su manera de moverse.

Tu cara y su manera de gesticular.

Tu voz y su manera de cantar.

Te has movido. Tomas una silla y te sientas. Con tus piernas abiertas, tus brazos cruzandose y una de tus manos se coloca entre tu barbilla y tu nariz, como la obra de Miguel Ángel. Comienzas a mover tu pie derecho al ritmo de una canción que tarareas entre susurros y paras. Observas al jefe de nuestro trabajo y comienzas a plantearle una estrategia para mejorar el desempeño de la empresa, y paras.

Volteas. Me miras. Y todo se detiene. Los colores se han vuelto café, todo se enmudece, menos tú. Y fijando tus ojos en mí, escucho \"Te amo\" y al aire, mandas un beso hacia mi espacio, hacia mi mirada, hasta mi condena.


No puedo evitar verte y sentir como mi cuerpo se extingue... estoy entrando a una dimensión que me convierte en papel aterciopelado, esperando a ser acariciado por ti. Entre tus yemas, barrido por tus pestañas, húmedo por tu respiración... y tus labios.

No puedo evitar verte y sentirme afortunada. ¿Qué acaso esto es \"el amor\"?

Parpadeo. Y todo vuelve. El sonido, el movimiento, los colores y tú. En la misma última postura que observé de ti.

Creo que... estaba soñando.

Suspiro. Mis pulmones se llenan de esperanza y plenitud. Puedo sentir que en cualquier instante estallaré ante tus ojos. De tanto sentir... sentirte.

No puedo evitar mirarte. Así, tan tú. En presencia pura en mi mundo. En tu solemne existencia, como cualquier otro mortal.

Vagando sin percatarte, que no puedo evitar mirarte... y quedarme con esto, todo esto que siento por ti.

 

— NADIA ALMAZÁN —