Rosita de Mendoza

Esa tarde...

Mis sueños de niña eran sencillos

Quería una casita blanca con patio de glicinas

Un perro malcriado y una gata perezosa

Con  muchos niños correteando en el jardín

 

En cambio tú, justiciero del bien y del mal

Querías resucitar muertos, cambiar destinos

Escribir filosóficos tratados de amor y de moral

Gritar verdades, dar ejemplos y señalar caminos

 

Mientras tú vagabas solitario por el mundo

Sin transformar ni un alma desdichada

 gritando verdades  que nadie escuchaba

y escribiendo tratados que nadie leía

 

Yo no  tuve ni casita, ni perro, ni jardín

Sí alguien que se cansó antes de empezar

Y un día, sin saber por qué, se marchó

Se llevó mi auto y en la cajuela mi ilusión

 

 Derrotados por la trágica comedia de sueños frustrados

 esa tarde te encontré en la esquina de la plaza

nos besamos sin besarnos, encendimos ilusiones nuevas

Y en pocas horas comprendimos  la única verdad

 

Con un perro y una gata que encontramos por allí

Algunas semillas de glicina robadas 

Construimos nuestra casita blanca

Con niños correteando en el jardín