J. Montenegro

El soldado moribundo.

El sonido de la guerra, la llamada de la muerte.

Un soldado moribundo, buscando a su amigo,

Lo único que encuentra son los silbidos de las balas.

Silban como si fueran pájaros, entonando una hermosa canción.

La melodía de la muerte.

 

El soldado moribundo a su amigo encuentra, Entre un montón de cadáveres está.

Paralizado del miedo mientras reposa en la montaña de cadáveres,

Con una radio en la mano anunciando la llegada de la muerte.

 

Pero la muerte ya había llegado, el soldado moribundo ya nada podía hacer.

La muerte estaba allí, se le podía ver.

Mientras los demás soldados escapaban aterrorizados,

El pobre moribundo cargaba a su amigo en la espalda,

Lo intentaba salvar, pero la muerte se reía de ellos.

La muerte se reía mientras los señalaba.

Los soldados valientes se entregaban a la muerte, y esta se seguía burlando del moribundo y su amigo.

Las balas silbaban, rozaban al moribundo.

Pero este no se rendía, quería salvar a su amigo

Aunque este ya se encontraba en el borde de la muerte.

 

El soldado moribundo estaba a punto de morir,

Pero decidió seguir adelante y salvar a su amigo.

La muerte había dejado de reír. Ante la fortaleza del moribundo,

Lo único que había en la muerte era respeto.

 

Mientras se llevaba las almas de los valientes,

Y arrancaba la de los cobardes,

Decidió perdonar al moribundo y a su amigo.

Ahora que la muerte se había ido,

Y los muertos desaparecidos.

Lo único que quedaba era el silencio.

Ni el sonido de las explosiones, ni el silbido de las balas.

Solo el silencio, y al soldado moribundo irse en paz.