Perdido bajo la sombra
menguan las bohemias aguas
con las esculturas del jardín.
Y el rumor oxidado del idilio
susurra cálida la hora
de abandonar la esperanza;
discreto y límpido oasis
en el núcleo del silencio.
Recién dejaba la crisálida
creí algún día la mariposa
tendría un espejo en cada ala
y una sabana en el aleteo.
Pero retornó a sus viejas lluvias,
impotentes mañanas, la vena roja.
Olvidó la cuna y las faunas
e inmoló sus colores en un suelo yermo.
Aún nos queda una cosa
hija de temblores y volcanes,
promesa de un nuevo mundo
ajeno al diamante y los prados.
El hombre allí nació de la roca
el animal de sus restos y males.
Allá, donde en el rincón más oscuro
brota el oasis repleto de daños.