Walter Trujillo Moreno

QUIERO PARA VIVIR UN PAIS SIN BOOM BOOM – Yo soy Malaki

Mis manos tiernas tiemblan sin poder controlarlas,
cubren mis orejas finas y cierro los ojos con violencia,
me sumerjo dentro mi misma, pienso en mundos mejores,
sin ruidos infernales,
pido voces silenciosas de niños alegres e inquietos,
cantos dulces de seres naturales.
Me niego abrir los ojos, imploro olores dulces, marinos,
estoy harta y cansada del maldito olor a pólvora o muerte.


 
 
Exijo una nueva vida,
pido a Dios el fin de la guerra absurda, vana,
guerra loca, vulgar, sin razón,
guerra llena de destrozados y sangre.

 

La guerra es destrucción,
la guerra es miles de niños traumatizados,
padres asesinados,
ancianos abandonados,
una parte de la Naturaleza destruida,
el aire contaminado,
la mente de los hombres confundida,
políticos sonrientes, triunfantes, ávidos y ansiosos de poder,
 generales guerristas bebiendo sangre,
lobbistas vendiendo y comprando intereses sin escrúpulos.
Empresas de armas durmiendo sobre cadáveres,
abandonados y mutilados por sus armas y bombas.

 

Las diferencias provocan las guerras,
la renuncia y rechazo al Dios Naturaleza,
el olvidarse que nos debemos a leyes,
No podemos pretender regularlas,
ni podemos creer ser los reguladores del mundo.

La historia de Malaki: Dormía soñando en un país llenos de arcoíris,
 con conejos brillando como plata,
ardillas doradas como el sol,
flores de mil colores,
árboles tan altos,
con mis siete años no puede abrazarlos
mis ojos se pierden entre sus ramas y hojas.

Los árboles rosados, blancos, amarillos,
rojos silban como flautas dulces,
recrujen con viejos prematuros,
 se mueven como danzantes de palacio.
El perfume del bosque lo siento con todo mi cuerpo
lo siento en todos los extremos,
hasta las mariposas e insectos huelen a fresco,
rocío, néctar a esencia de orquídea,
el maravilloso lago azul enceguece mis ojos,
 me obliga a soñar de pie,
música no la escucho,
ni la necesito,
las hojas de colores y secas,
se retuercen bajo mis pies desnudos,
 emiten sonidos parecidos a la lira de Apolo,
unión de la idea que tengo de Dios,
 lo aprendido por mi papa en su vida y el saber de sí mismo.

Una nube de color rosado claro,
se inclina e intenta rozar mis rodillas,
toma la forma de una doncella.
 Me extiende su mano de humo,
 me invita a entrar en su interior.
Un instante fugaz pienso en mis padres,
intento rechazar la invitación de la doncella,
quiero evitarla,
no tengo miedo,
tengo confianza,
prefiero olvidar el mundo de escombros,
 los olores fuertes los veo y siento.

Cuando despierte,
quiero ver un mundo sonriente,
donde nadie hace daño,
todos tienen su lugar,
su oficio, sus tareas, ideas y sueños,
los niños puedan vivir su vida.
Jugar desde cuando  se esconde la estrella Venus,
el Lucero del alba y nace el Dios sol;
hasta cuando se esconde el dios de la energía,
  sale la luna embarazada
 y las estrellas curiosas.

 

 La nube rosada al sentir mi indecisión,
 levanta su mano de hielo,
 al mismo tiempo que se despide,
 se desvanece en mil pedazos.


Un ruido bestial sacude todo mi cuerpo,
quiero pensar que es un volcán erupcionando,
el mar rugiendo furioso,
Zeus renegando,
 lanzando rayos truenos.
Prefiero seguir durmiendo,
siento que alguien me sacude,
 es Hermes el Dios de la guerra,
vestido con un casco y botas con alas pequeñas,
 lleva un escudo dorado,
 donde se reflejan mi rostro asustado
 y mis ojos mojados.
Hermes me dice: Escóndete debajo de la cama,
la guerra continúa,
ahora desde el aire y la tierra.
Bombas incendiarias devoran todo lo existente,
las balas de las ametralladoras
 se penetran en los cuerpos de inocentes y soldados.

Somnolienta y sin saber exactamente lo que pasa,
exclamó: No sé qué hacer!,
grito como una loca.
Dios si existes, seas Zeus, Yabe o Ala,
 frena el horror, el dolor y la muerte,
obliga a los hombres a vivir como hermanos,
no quiero más el retumbar de las bombas en mis oídos,
ni quiero el olor a carroña invadiendo mis fosas nasales.
 No quiero ver más el rojo cubriendo todo las calles,
no quiero ver más cuerpos tirados y despedazados, 
alimento asqueroso de buitres y cuervos.
No quiero hombre con cascos verdes asesinando a mi madre,
mi padre, mis hermanos, mis amigos,
sin razón alguna, ni sentido claro,
ellos no han hecho nada a nadie,
siempre han vivido en paz y en comunión con sus prójimos.

 

 Dios si me escuchas y me entiendes,
prohíbe la guerra, las matanzas, la violencia y la injusticia.

 
Que los cantantes compongan odas a la guerra, niños y jóvenes escuchen esos cantos,
aprendan que la guerra no es necesaria, por favor no la provoquen,

 no la vivan, rehúyanla, evítenla.

 
Dios Castiga a los propagadores y profetas del odio,
condena  la repartición injusta de tierras y minerales
Expulsa de la tierra o los apóstoles de las diferencias raciales,
 envía a los infiernos a los sembradores de pobreza,
miseria, enfermedades y muerte.

Ahora en este mismo instante,
me retiro a dormir temprano,
dormiré hasta que los booms cesen,
 un coro de ángeles sonrientes me despierte,
 con brillo del sol en sus alas,
con rosas suspendidas en sus labios carmesí
 y con manos esculpidas de arcoíris.

…Guerra provocada, exigida…..
                                                   …..Guerra absurda vana, loca, vulgar, sin razón….

 

Malaki  nombre ebreo= mi bote, el bote de Dios, mi ángel

 

Por Walter Trujillo Moreno, Berlin , November 2017

Poema dedicado a Jenny Cardenas,cantante y guitarrista boliviana, reivindicadora del valor de la mujer de ahora y hace cien años,
defensora de los derechos de los hombres y el repudio a la guerra