Moisés Sánchez

Sin lágrimas que broten.

Cuánto daría por besar sus principios,
por abrazar lo que no fue
y amar lo que no quiso ser.

Me encontré inmerso en el pecado de 
no aceptar una dama,
de quererla moldear y darle una figura 
adecuada, que según mis ganas
es necesaria.

Deambulo con el riesgo entre mis dedos,
con un arma potente, única,
que sólo dominamos pocos:
Es la poesía. Junto a tu recuerdo
me he vuelto loco.

Mira que yo tengo la dicha de 
abandonarlo todo,
de deslindarme del bolígrafo y lo que 
siento para perderme en el aliento 
de la vida, renovarme, lustrarme y 
regresar con las manos bendecidas.

Encuentro un placer en escribir a la nada,
es un distractor para no dedicarle mi 
literatura a un recuerdo incierto,
a un amor que en mí está muriendo y que
corroe en mi pecho saber que en ella,
aun con mi frío sentimiento este bufón
amor sigue creciendo.

Y es que todo tiene un final;
-¿Quién eres tú para decidir cuando llega?- El mismo 
que lo vio iniciar.

Y es que me he equivocado,
la mujer que he amado se ama tanto que 
no necesita a nadie a su lado. Se ama tanto 
que su rostro ha decidido cambiarlo
y ser \"bella\"
-¿Ante quién?- Ante ella
-¿Para qué si ya lo es?- Para sentirse una 
diosa completa.

No es fácil amar a una mujer libre,
y menos cuando el orgullo es tanto que no 
se permite ver que me estoy marchando 
y que no hace nada para evitarlo.
Entonces uno creería que la tristeza me 
está ahogando, es normal,
hasta mi alma con eso se está mofando, 
pero es raro ver triste a alguien capaz de 
entenderse con la hoja, mis lágrimas me 
sirven para escribir y ahogar todo en papel,
es extraño: Pues hace mucho que no he llorado;
y no se qué es más triste:
Que un poeta como yo no llore,
o que un amor tan bonito muera
y que no haya lágrima que brote...