Uno escribe y sabe,
que escribir y amar
no son antónimos.
Uno escribe
para tratar de conocer,
su intrincable hondura. La de uno.
Uno tiene un libro,
algunas fechas, fotos,
varios muertos recurrentes,
que exigen memoria.
Uno tiene amigos olvidados,
amigos que se olvidan,
que no tienen edad,
pero que aguardan.
Uno tiene en un rincón,
alguna cita inacudida,
amores a punto de estallar,
que ya está bien,
que no me olvidaré.
Uno sabe que va a morir
un día,
a una hora propicia
y sin mucha pompa,
para que nadie se sienta
obligado a estar
con el saludo final,
ese pequeño
o gran dolor que nos acoge,
que nos acosa,
porque es un dolor noticia.
Que morir antes o después,
es cuestión de tiempo.