Alberto Escobar

Sin cara

 

 

 

¡El autobús está tardando más de lo acostumbrado!
¡Voy a tener que coger un taxi si no viene en cinco
minutos!
¡Por fin lo veo, allí viene, menos mal!
Voy a sacar el bonobús para picar, creo que puedo
llegar a tiempo a la oficina si no sucede ningún contratiempo
en el trayecto, como suele ser habitual en estas horas de
tanto movimiento en la ciudad.
¡Anda, el conductor no tiene ojos, ni nariz, ni boca, qué raro!
¡Tiene una cara plana, como si la hubieran rasado, sin rasgos,
nada!

¿Cómo ve la carretera, y las luces del tráfico, cómo conduce?
Siento una comezón que me sube por el esófago en dirección
a mi garganta, parece que quiere abrazarme el cuello por 
dentro para asfixiarme.
El caso es que el autobús va circulando con toda normalidad,
¡No me explico cómo es posible lo que estoy viviendo!
Por fin veo el momento de bajarme, voy a tocar el avisador
para que pare y me abra, ¡estoy deseando salir, nunca he 
vivido tal angustía, y mira que lo cojo todos los días y ..!

Ya he llegado a la oficina y parece que a tiempo, menos mal,
después de todo puedo respirar tranquila.
¡Buenos días Ángela!, pero ¿Esto qué es?
¡Ángela tiene la cara como el conductor del autobús, la tiene
rasa, creo que me estoy volviendo loca, o no sé..!
¡Marcela, venga despiértate que son ya las ocho y tienes que
ir a trabajar, venga vamos hija mía, no te retrases!
¡Sí mamá, voy, ahora me levanto!
¿Me has puesto el desayuno o me lo hago yo?