Teodocio Potes

A LA MUJER DEL MONTON

Yo que soy carne baldía

salpicada de interés

que perdido entre el rebaño

no prometo como presa

ni tampoco de simiente,

te estoy proponiendo a ti

mujer del montón querida

compartir tu compañía

por el resto de nuestros días.

 

Solo tengo pa' ofrecerte

mis brazos acostumbrados

al trabajo de la rusa,

un cuartico húmedo y triste

sin ventanas ni sanitario,

con un catre y una mesa

que yo mismo fabrique,

un radiecito viejo

de pilas y de corriente,

una olla pitadora

que alguna vez me robé,

dos cobijas y una ruana,

y un acolchado de retazos

que mi abuela me tejió.

 

El piso de este cuartico

que pago en alquiler

no necesita del aseo,

mujercita de mi vejez,

pues de tierra apelmazada

                                                                             su suelo es.

 

Pero te tengo un cariño

grande, inmenso, que no cabe

ni en la mansión mas bonita

que algún día yo pinté

para un rico muy tacaño

que me robo

                                                                             y era juez.