Carlos Güell

DESVELOS

 

DESVELOS

La noche avanza y tú sigues viva, pensativa, como parte de un sueño inalcanzable que no termina; radiante, perfecta. Te tengo a salvo, quieta e inquieta, con ganas de salirte presurosa de aquel rincón secreto que te oculta de aquello que te duele.

Me parece estarte escuchando hablar en medio de la lluvia que cae, un te amo que resuena en mi mente, un te quiero que algún día escribiste, un te extraño que boicoteó tu realidad por culpa de la lejanía.

Busco respuestas, mi cabeza da mil vueltas inventando que decirte y me doy cuenta que ya no tengo palabras, que por largo tiempo he dicho con hechos cuanto importás acá dentro, en mí.

Mi corazón late y da un retumbo vacío en mi pecho, como gritando, como diciendo tu nombre en medio de un abismo que nos separa, como si mi vos pretendiera alcanzarte, para ayudarte, para decirte que sigo a tu lado sin apuro de alejarme.

La herencia que dejaste es un imposible posible, un deseo inefable, una historia increíble y una verdad inenarrable. Dejaste un deseo involuntariamente consciente de anhelarte cada día y de arrullarte cada noche, de hacerte sentir que contigo estaré hasta la muerte.

La noche avanza y tú sigues viva, ya no piensas porque estás dormida; tierna, radiante, perfecta. Ahora espero ser yo el que te alcance en tu más profundo sueño, quiero meterme allí, en tu rincón secreto y estar a salvo, oculto, quieto e inquieto, con las ganas de alojarme y sin premura por marcharme.

C.