Patrick Haroldo

Ella y su poema

Ahí estaba ella, con el alba de collar y el ocaso de diadema,
El cabello no medio suelto, pero sí medio recogido,
Con una sonrisa liberal de sumisa, una mirada perdida pero fija.

No sé sí sabía que la estaba viendo pero parecía que era a mí al que le estaba sonriendo. Bajó un poco su énfasis para perfeccionar su matiz y para hacerme feliz volteó y miró de frente a mí alma.

Fue que perdí la calma y cuando mis ojos proclamaban que deje el drama se pronunció a mí esa dama, que era más que un melodrama.

Mí palma empalmaba un par de gotas.
Sus labios se separaron cuando me preguntó: 
\"¿qué anotas?\"

Mí ser sin control, pero mí mente con fervor,
Proclamó que la vio y describió lo que pasó.

Ella pidió cortésmente que le muestre mí nota.
De mente, pensé que era el momento que recreé.

Cuando mis nervios conjugaban con adverbios, mí ser se movió para retirar el obstáculo entre ella y el asiento que le otorgue.

En un corto movimiento, lento, le dí un ósculo, o fue que sentí algo oscuro. El temblor de mis miembros se detuvo cuando mi mente se entretuvo analizando imaginariamente un lado oscuro.

Retomé el asiento, degustando como leía mí pensamiento. 
Sus ojos se dilataron y sus sentidos me detallaron que le sorprendió la lectura.


Mí mente le decía: \"fue gracias a tu hermosura\"
Con un poco de cordura, buscando relaje y ternura, pregunté si le gustaría un poco de té.

Y fue ahí cuando desperté.