Wellington Rigortmortiz

* Alma Oceánica

 

El aliento mordaz de la mar

abraza mi alma,

su brisa salina

juguetea con mis heridas,

en exquisito dolor

les arranca gemidos

que en profundo placer

extasiadas suplican piedad

mientras estas son

levemente sanadas;

el viento que golpea

mi galeón y mi cuerpo

a gran velocidad

parece deshacer

toda nuestra piel,

misericordioso el sol

con su luz de calor

cauteriza cada herida

bañada de rocío,

se apodera de sus suspiros

y del pudor promiscuo

de esta ninfa liquida

sobre la cual navego

erotizando su húmeda piel.

 

Pasiva se muestra

cuando desea mi espíritu

en rituales de amor le cante,

le admire, le desee, le ame…

entonces, su provocadora feminidad

desaforada invoca a la lluvia

para que simule sus besos

en liquido manjar,

sus palabras en susurros

viajan a mi ser a través

de ensordecedores truenos

gritando su pasión por poseerme,

sus gigantescas olas

son los abrazos y las caricias

que sacuden, que golpean

mi alma de navegante oceánico

que fusionado con mi navío

corresponden

a todo ese bello amor

que pone a prueba la fe,

la constancia, la verdad;

este es el equilibrio exacto

el significado real

del amar y ser amado,

que con cegadores relámpagos

llega al clímax, al éxtasis

fusionados para siempre

a vivir la inmortalidad

de nuestras naturalezas,

agua, fuego, tierra, aire

nos convierten

en el quinto elemento;

en la bitácora del alma

tatuadas se graban

las pruebas de vida,

las experiencias gratificantes

de quien ame y amo

mientras sobre su piel

me deslizo, desierto liquido

que jamás me niega

la oportunidad de mirar

a nuestros hijos

emerger de entre sus brazos y,

la oportunidad de imaginármelos

jugar en mi camarote.

 

existe una esperanza…

 

“me imagino por un instante

dejar de navegar

por la inmensidad

de este desierto

liquido de sentimientos,

solo para abrazar

el oasis de vida

que absorbe al frío

y al dolor del alma,

para darme cuenta

que los recuerdos

son el único tesoro

que pude llevarme

del baúl

de todas nuestras reliquias,

que, como buen pirata

jamás puedo, ni podré despilfarrar;

lo que siento, lo que vivo,

lo que tengo, doy y soy,

tienen valor únicamente

cuando un rezo tuyo

invoca mi presencia allí,

en el oasis de tus pensamientos,

en el desierto de mi alma

al recobrar la conciencia

que cruelmente me despierta

del cataléptico elixir por amarte aún”.

 

Al aliento mordaz de la mar

abraza mi alma, es el significado real

del amar y ser amado.