David Arthur

Su para siempre Saudade

 

 

En aquel tarde fría y lluviosa

de repente, un ataque de soledad

les agarró mirando sus vasos vacíos;

la última copa ó tal vez una más

 

A su invitación ella aceptó,

una  copa más y hasta mañana,

labios aburridos manteniendo una plática

mientras sus ojos conversaron en silencio

 

Las circunstancias repartieron los naipes,

de apuestos altos ellos bien de acuerdo,

aprención desafiada de buena gana,

su aceptación a confirmar

 

De pasión sensual su noche evidenció,

una ternura de intimidad compartida,

pero las lágrimas derramadas a separarse,

no de tristeza, sino de su para siempre Saudade;

como la luna, Selene y el sol, Helios

ellos habían disfrutado su propio eclipse