Catelgood

Ruego...

¡Escúchame!… aunque mi necedad te invite a no escucharme...

¡Entiéndeme!... aunque mis desvaríos te parezcan ahora una locura...

¡No te vayas!… aunque no veas en mi futuro, más que fracaso...

¡Quédate!... aunque veas que estoy muriendo de ignominia...

¡Y extráñame!.. aun cuando esté siempre cerca de ti… al alcance de un roce...

¡Abrázame!... que nunca estará de más el calor de tus brazos...

¡Y bésame!... aunque tus labios digan y deseen lo contrario...

¡Pero nunca te vayas!... que sabes yo siempre estaré cerca de ti…

¡Deja que mis manos le digan a las tuyas hacia dónde se dirigen!...

¡Permítele a mi voz encontrar, recorrer y activar tus sentidos!...

¡Concédele permiso a mis pobres palabras, de alcanzar tus sentimientos!...

¡Déjame entrar en tu alma para descubrir el más pequeño de tus secretos!...

¡Y déjame entrar en tu cuerpo para hallar el más grande de tus tesoros!...

¡Dime que mis palabras han logrado hacer escapar de tu boca una sonrisa!...

¡Déjame amarte como quiero que me ames, y ámame como sueñas que te ame!...

¡Déjame enamorarte con el más pequeño detalle, y el gesto más grande!...

¡Concédeme la dicha de despertar y verte a ti por una sola mañana!...

¡Y luego... convierte eso en una saludable costumbre de cada noche!...

¡Sostenme en tus manos, si algún día me ves caer… Pero sobre todo...

¡No te alejes de mí!... ¡Quédate!... y dale sentido a este manojo de sueños...