Entro en la cocina.
Es hora de pensar en qué hacer 
De comer...
Tengo ganas de saciarme, no de 
Llenarme sino de nutrirme.
Voy a hacer un potaje de lentejas.
¡Ay, si mamá levantara la cabeza!
Me cercioro de contar con todos los 
Ingredientes, ¡a verrrr, sí, los tengo!
Hago un sofrito de cebolla, ajo y 
pimiento.
Media cebolla que colocó bocabajo
En el patíbulo para menudearla por 
Hereje, me revisto de verdugo para 
Que la sentencia sea creíble, la paso
A cuchillo con la velocidad de una 
Metralleta, porque así es como suena
La aniquilación, la guillotina reiterada.
Del ajo y el pimiento no hablo para 
No cansar, no sea que me quede sin 
Espacio para publicar.
Una vez dorados por el líquido oliváceo
De mi tierra, animado por el fuego 
Purificador que nos enciende, le vuelco
Las lentejas, tal como salieron de su madre
(Quiero decir, del paquete).
Empujo sobre la olla, como el asesino que 
Lanza sobre el proceloso mar a las que deben
Ser sus víctimas ( para que la película tenga
Sentido), un tomate, una patata previamente
Desollada y destripada para burlar a la policía,
Y una zanahoria con la misma infausta muerte.
El resto de la receta (quien haya escuchado el
escarbar de un gusano en las tripas mientras la 
Leía) lo encontraréis entre los sargazos de la 
Santísima red de redes.
¡¡Os dejo, que me quedo sin espacio..!!
A ver si me va a reñir el señor Administrador...