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ADELA

Adela se esforzaba en querer a su marido. 

Recorría las mańanas solitarias de pasillo,
y las tardes repasando los deberes de los nińos.

Un café al levantarse, sin mirar a la ventana,
que la calle está repleta de personas que se aman.

Ya ha empezado la faena.
Tantas cosas por hacer, y ella sola en su tristeza.

Ha barrido sus lamentos entre el polvo de las piedras,
mientras ahoga el desamor en el pollo y las lentejas.

Han llegado del colegio sus tres soles,
la lumbre de su vida,
los vientos de sus noches.
Y la sonrisa embriaga su casa cuando el pequeńo la acaricia, y le dice que la ama.

Y así pasa la vida, entre mopas y fogones,
entre risas y lamentos, y tertulias sin colores.

Y al llegar la luna nueva, desde el lecho de su alcoba,
le pregunta si en abril será princesa, o la bruja de la escoba.

Y la luna le contesta enfurecida: \"No hay abril sin primavera, ni princesas sin corona.
El mar no tiene dueńo, y el amor nunca se implora\"

Adela se ha dormido sobre un cazo y una pala.
Y ha sońado que escapaba de su celda entre flores y campanas.

A lo lejos de su mente, una luz como almohada,
que se apaga en el presente por sus miedos del mańana.