alejadadelavida

Andrés.

Ese nombre le calza perfecto a tu pelo de ceniza,
tu boca de papel,
la fragilidad de tus ojos
y tus manos de trabajador.
Al recuerdo de cómo se oscurece tu mirada,
y su contraparte en la ternura que derrochabas
en esa sonrisa ancha y buen porte relajado.
Caminar de tu mano era elegir ser feliz.
No me agota buscarte con la vista perdida en el montón,
ni me angustia confirmar lo que ya sabía:
y es que desapareciste.
Sos un fantasma hecho de aire tibio entre mis pliegues
y te transformo en un nombre ajeno;
siendo polvo de poesías,
siendo eterno de algún modo.