Carmen Martinez Diaz

Legañas

Aún estoy esperando la respuesta

de los gritos de la ternura allá en los prados

Sí, veo una amapola,

puede que sea su beso de despedida.

Ay, otro eclipse, puede que sea un pestañeo,

le habrá deslumbrado tanta luz reflejada en el lago.

Hice todo lo posible para olvidarte

pero siempre vuelves armado con tus legañas.

No, no hice todo lo que pude hacer, pude aún arrancarme el corazón del pecho,

pero mi alma cobarde no aguanta tanto sacrificio.

Mi instinto dice que siga corriendo,

Debe de quedar poco para la parada de tus sentidos.

Recorrerme tu tacto y tus papilas.

Puede que hubiese querido decir pupilas

pero las manos se me van,

no las controlo yo, sino mis entrañas.

Tan irrefrenable deseo me posee...

hay belleza en esa posesión,

no siento nada,

creo que se agotan las pestañas, tus pestañas

que son olas que me empujan a la orilla

pero la resaca del desamor me atrae adentro

¿de dónde?

De la victoria del desenfreno,

de las pupilas oscuras de la tentación

y del pecho amargo del deseo