Mi madre perdió aguas
en la profunda laguna
agonizaba,
me adormecía,
jadeante de fiebre,
cuando Aaron metió su dedo,
por la agalla hasta el codo,
su mano perforaba
palabras desconocidas,
en textos plateados
depositaba gusanillos
en mi boca los depositaba
cuando oscurecía
la noche infinita
de la manzana.
Como si estuviésemos en
un estanque japonés
brillaba la arena,
el camino se borraba
una y otra vez el aire
alineaba a los astros,
y yo atada
al hilo de pesca
labios morados,
corroídos
por anzuelos
bajo escamas doradas
mi ojo no ve
mi nariz no respira
ningún alimento entra
el horizonte
en la línea de asfalto
hasta la flor de loto
en la laguna
de enormes redondeles
mi madre creyó
que mis ojos vidriosos
eran la luz de un pez muerto.