Margarita García Alonso

Aaron

 

Mi madre rompió aguas,

en la profunda laguna

agonizaba, me adormecía

jadeante de fiebre,

cuando Aaron metió dedo

por la agalla hasta el codo,

 

su mano perforaba

palabras desconocidas,

en textos plateados

depositaba gusanillos

en mi boca los depositaba

cuando oscurecía

la noche infinita

de la manzana.

 

Como si estuviésemos en

un estanque japonés

centelleaba la arena,

el camino se borraba

 

una y otra vez el aire

alineaba a los astros,

 

y yo atada al hilo de pesca

labios morados,

corroídos por anzuelos

bajo escamas doradas

mi ojo no ve, mi nariz no respira

ningún alimento entra

el horizonte en la línea de asfalto

hasta la flor de loto

en la laguna

de enormes redondeles

mi madre intuyó,

en mis ojos vidriosos,

la luz de un pez muerto.