Me cuesta hoy tenerte,
esencia fría y tempranera,
afiladas las mejillas,
cerrazón de las estepas.
Y quiero encaminarme
del silencio mortecino
a la gélida ternura
que cabalga por tu seno.
Esencia que llegas pronto,
como un soplo pasajero,
caracolas de mil nácares
incrustadas en mi pecho.
Y me sueño en tus murallas,
deslizándome en tus flancos,
por tu talle, por tus bosques,
con aromas de duraznos.
Esencia de prados azules,
de ágata y de basalto,
racimos desparramados
como flores de huarango.