Alberto Escobar

Oda a un espagueti

 

 

Te empujo a la cazuela con tus congéneres.
Con tus hermanos de extrusora.

Agua hirviendo que significa muerte y alimento.
Gusano que has sido estirado hasta la saciedad.
Saciedad que espero de ti, nada más que eso.
Cilindro largo y fino que desayunaste cereales
para soportar una cruda mañana de invierno.
Invierno de abandono en los estantes de la
abundancia donde el género humano se abastece.
Invierno que se convierte en tórrido verano
cuando la bruja del Hansel y Gretel te condena al
fuego de los dioses.

Eres tenia sangrienta que horadas mis intestinos
sin compasión ante la implorante biota bacteriana.
Te pinto ojos en Nochebuena para aparentar bienestar
y que parezcas una deliciosa angula a los ojos del
exigente.

No te desprecio ni ensangrentado ni frío, aunque yazcas
en el fondo de un sucio plato que espera con ansias tu
marcha.

Eres mío y como tal serás depositado en el fondo de mi
alma aunque, saciado ya de tus iguales, no tenga donde
cobijo darte.

Te avienes a cualquier mejunje que se ofrezca a darte
compañía, lo mismo te da carne que pescado.
Haces gala de buen carácter y con un sí siempre preparado
ante la más peregrina de las propuestas.
Espagueti, amigo. Siempre tendrás abiertas las puertas de
mi boca si necesitas donde guarecerte.
Mañana te espero entre fogones. Buenas noches.