Alejandra Galeano Valencia

Maestro.

Tú insistías en que esta vida mía

fuera vida.

Y yo te miraba provocarme y veía el fecundo instante en que

tal ocurrencia se hacía realidad.

Tu ansiedad me apretaba las costillas.

 Y mientras yo suplicaba tu sabor,

tú me enseñabas la paciencia.

Jamás tuve un mejor maestro,

ni una forma más bella de aprender.