Wellington Rigortmortiz

* El Arlequín Asesino

 

En un cubo imaginario

su triste y elegante figura

lúgubre representación

de la oscuridad,

inmóvil, hipnotiza

las frágiles mentes

de las miserables criaturas

víctimas de sus propios

estereotipos idiotas,

la pasarela del terror

refleja en su brilloso piso

el pudor que las faldas

de látex cubren

a estas ridículas marionetas

que desfilan indiferentes,

su ego es su perdición,

un maniquí de extraña belleza

rompe la fantasía, y,

el cubo imaginario

desaparece, como los sueños,

como las promesas,

…vacía, sin alma esta,

pero tiene vida,

su mirada incita lujuria,

pasión, deseo,

el bufón atraído

por su mágico elixir

se entrega a la desgracia,

que el destino le tiene preparado.

 

Su vida en sacrificio,

otorgada a su cruel compañera esta,

su alma, en un ridículo pacto

empeñada en el infierno

de una cruel ciudad fue,

todo, por aquello que los mortales

erróneamente llaman amor

y más aún, todo,

solo por una escultura de frío yeso

que ilusamente desea tener entrañas,

carne y piel, que tontamente

busca ser humana.

 

Esta parodia de la vida,

es una payasada

que, hilarante es por ser estúpida,

en el circo miserable de su existencia,

la experimental transfusión

de sangre y alma inexplicablemente

cobra sentido, forma, el maniquí…

humano se vuelve de a poco,

hasta que… seguro de si se torna,

haciendo lo que le viene en gana,

al final, el arlequín,

se va quedando solo, también

de a poco y va muriendo,

engañado se enreda

de mentiras, de ilusiones,

hasta que llega a su alma

como un disparo en la cabeza

la verdad…;

maldita escultura de yeso

no solo de su sangre te alimentabas,

no solo de su alma sobrevivías…,

ahora, mi tranquilidad

se torna depresiva, intranquila,

logrando que para el arlequín

su cubo ya no sea solo imaginario,

vigilando estoy

su demencia en las afueras

de su prisión carnal y espiritual,

pues el maniquí cruel

destruido por él fue

y, su amante

brutalmente descuartizado,

asesinados fueron los dos…;

maldita escultura de yeso

no solo de su sangre

te alimentabas,

no solo de su alma sobrevivías…,

su vida en sacrificio, otorgada

a su cruel compañera fue,

su alma, en un ridículo pacto

empeñada en el infierno

de una cruel ciudad se quedó,

todo, por aquello que los mortales

erróneamente llaman amor, todo,

solo por una escultura de frío yeso

que ilusamente deseaba

tener entrañas, carne y piel,

que tontamente

buscaba ser humana.