carlos obeso

No recuerdo su nombre

No recuerdo su nombre

pero no puedo olvidar

el latido desenfrenado de sus venas

bombeándo sangre y deseo,

ni el tacto húmedo de su entrepierna

como cristal empañado,

tras el paso de mi aliento nómada.

Inquieto soplo de viento

que le acariciaba los pétalos del cuello,

el sonrosado fruto de los pechos,

las cimas nacaradas de los hombros,

el frondoso valle de las íngles .

Era arroyo cristalino...

era sendero por andar...

¿cómo se llamaba?

Ya no recuerdo su nombre

pero no puedo olvidar

que una vez viajé

por todos sus rincones.