AZULNOCHE

AQUEL PATIO DEL COLEGIO

   


Era grande y más que eso, era inmenso, espacioso y de forma rectángular.

Estaba rodeado de chopos, coníferas verdes y azuladas, de lílos, rosales y de árboles.


En el centro había una pista de cemento blanco y sobre ella rayas amarillas pintadas para que pudierámos jugar a balonmano.


En ése patio había de todo lo que una niña ó niño quisiera para jugar y divertirse:

columpios, arcos, balancines, un tobogán grande, también había bancos de piedra sin brazos

y una pequeña pradera en el lateral de hierba donde sentarse y tirarse a descansar.


En ése pequeño espacio rodeado de muros reales e imaginarios, a cielo abierto; allí aprendí muchas cosas importantes:aprendí de la amistad, sobre valores,a dar las gracias,a pedir perdón, aprendí a esperar, a compartir, a respetar a los demás... 


Para algunas personas cosas apenas importantes, pero que son el mejor regalo que pueden dar a un ser humano para vivir y desarrollarse plenamente.


Hoy recuerdo con inmenso cariño muchos de esos momentos.


Y no sólo eso...también recuerdo como jugábamos a patinar cuando en invierno llovía

y a la mañana siguiente el cemento del patio se había convertido en una pista de patinaje helado...

y nosotras patinando con las consiguientes risas, caídas y culetázos, ay! y vuelta a levantarnos muertas de risas.


En ése patio representé muchas tablas de gimnasia, bailes regionales, infinidad de partidos de balonmano;

aquí recibí mis primeros aplausos cuando metí gol porque era la capitana de mi equipo.

 

En un rincón de, justo debajo de los chopos y cerca de los lílos, cada año cuando íbamos de vacaciones a \"Solanillos\" 

enterrrába con mis manos mis pequeños-grandes tesoros.


Me agachaba hasta casi arrodillar, hacia un agujero en la tierra, ponía debajo de un cristal mi deseo escrito en palabras en ése papel

y a continuación echaba tierra encima hasta que lo dejaba muy bien tapado todo...Y ahí se quedaba guardado mi secreto, mi tesoro escrito en papel, hasta que regresabámos de las Colonias al cabo de dos meses,que para aquél entonces ese tiempo suponía una eternidad.


Deseos escritos en papel y escondidos en la tierra protegidos por un cristal verde ahumado

y por la luz de la luna y el  viento hasta que yo volviera de nuevo a desenterrárlos a primeros de septiembre.


Abundaban los \"corrillos\" y \"cuchichéos\" en aquel rincón del que tan bien recuerdo,

cubierto de una hilera de lílos blancos y morados que estaban junto a las paredes de la iglesia

abrazadas por matas de hiedra verdes de muchos años, al final del patio a la derecha;

donde nos hacíamos esas primeras fotos en blanco y negro

y más tarde en color yá siendo adolescentes con caras de asombro e incertidumbre

y donde también hacíamos enormes colchones de hojas caídas de los chopos gigantes en el otoño

y nos tirábamos al montón desde el muro de piedra blanca dando gritos, enloquecidas;

gritos que en mi caso encerraban la palabra:Libertad, Libertad, Libertad...


Allí en ése patio cada 15 de mayo se celebraba el día de San Isidro,

todo un acontecimiento, un día especial, único.

Al caer la tarde bajábamos al patio a cenar, no era una cena cualquiera,

ése día cenábamos tortilla de patatas toda una delicia por aquellos tiempos.

A todas nos gustaba mucho y para coger buen sitio bajábamos las escaleras al patio de tres en tres, con la emoción.


Queríamos sentarnos cerca de la lambréra metálica

y era porque allí cerca crecía mucho\"panecillo\"que era un frutito silvestre blanquecino que se comía

y que como escaseába ,queríamos ser las primeras en cogerlo.


También era especial ése día porque era el día del  año que más tiempo teníamos para jugar y estar en el patio.


¡Cuántas ilusiones, anhelos y experiencias vividas en tan poco espacio;

cuando cierro mis ojos y doy rienda suelta a todos esos recuerdos...  

 

 

  Correjído y mejorado 13-9-2017