Yiyou

MENDIGO

Soy como el vagabundo, con los pies descalzos en la Amazonía,
si no tengo tu querer. Un refugiado donde no existe,
ni percibo ninguna de las paredes, ni con sentido y sin importancia.
Andando de diciembre a noviembre,
y durmiendo de febrero a enero.
Palpo fuegos y llamas ardientes que,
me abruman, sobrepasan y superan en mi fuerza interior.
Vivo a base de malvivir, repleto de horror
y con la oscuridad de los troncos, ramas y hojas,
en esta selva, que se me subleva a cada paso.
Poso en la tierra del suelo, que utilizo como cenicero,
mi inútil e inservible sombrero,
intento crear mi hogar, con el rastro de mis huellas,
como haría un caballero.
Con el mundo afuera, por allá donde estés,
con la Luna compañera, en esta expedición,
agotadora e interminable, sin ti,
a la cual le hablo directo y sincero.
Vuelco en una abertura mi sollozo,
pero al beber del río vuelve a mí.
A la guitarra le mantengo el canto,
las lágrimas las reservo por dentro,
a ti, aquí y ahora te anhelo
y a mi mismo, me espero.