Luis Pizarro M.

LA SOLEDAD VIENE SOLA

Tocan a mi puerta ferozmente.

Duro golpe

puño de hierro

o de marfil.

Asomé la vista al hoyo

de mi portal

temeroso

y aún sin cura

vuelto de las mil guerras

de las mil cruzadas

unas victorioso

galopante

otras derrotado

hecho pedazos

carne para las carroñas

monstruosa desfigurada.

 

Botánica de humo

o de sombra

se asoma

burlona

sátira figura que en un destiempo

de frío me vi triste o abandonado.

Piel de cisne ojos de cuervo

hocico de perro

alas de ganso renovadas

llena en sus interiores

negras paredes

techo oscuro

y de desamparos

de melodías infernales

arrojada a mí como se arroja

la basura o el gato muerto

mosqueado mal oliente

tirada en jirones colmadas

de penas y aburrimientos

en mis pesares.

 

Le tiro piedras

mil pólvoras

mil repudios

intento ahuyentarla

y no le atino

persiste carroña

vil metálica parva

tumultos de furias

y constelaciones triviales.

Es ella

o yo

pero en esto

no hay opción.

 

Altiva sigilosa

pasa

 

perra hambrienta

de solitarios corazones

siéntate a cenar

de mi piel

y mis ganas

de mi sexo

y mi penas

de mis glorias

y mis secuelas

maldita

alimaña.

Arrastrada, aferrada a mi.

Yugo histeria insomnios.

 

Soy un cóncavo trapecista

bufón del destino

hago el teatro

mimo o títere

sigo secuencias bobas.

Libreto.

Ensayo.

Poesía.

La función debe continuar.

Porque aunque no la llamé,

la soledad viene sola.

 

 

La función debe continuar.

Porque aunque no la llamé,

la soledad viene sola.