En las noches silenciosas en mi mente se aparece,
es mi sueño tesonero poseerla,
es su boca mi locura, que sus labios apetece
a besarla con cuidado y conmoverla;
su mirada de lucero, que es un cielo, resplandece,
me convida con sus luces retenerla.
Su figura es un tormento que penetra el sentimiento,
y me sirve de aliciente, me fascina;
y sus formas venusinas, me cautivan al momento
que la miro deslumbrante, me fulmina
con su andar tan elegante, que se mecen con el viento,
ondulando sus caderas de beduina.
Si pudiera conquistarla! Conduciéndola a mi lecho!
Mas se porta indiferente, me rechaza,
y me lleno de tristezas que se prenden en mi pecho,
sus desdenes me comprimen, me atenaza
la amargura mas ingrata, que la causa su despecho,
que es la fuente de la pena que me abraza.
Y ya tengo la esperanza consumida de agonías,
y me duele tan adentro por perderla,
se refleja en mi rostro mis perdidas alegrías,
y quisiera convencerme; de saberla
tan distante, tan lejana de mis brazos, que mis días
se convierten en la noche, sin tenerla
Autor: Aníbal Rodríguez