Joseponce1978

MelancolĂ­a

El canto de un ruiseñor acallado

por el doblar de solemnes campanas

que anuncian al eterno cielo azul

la disgregación entre cuerpo y alma.

 

Pétreas ruinas de un parque de atracciones

donde antaño despertaron las sanas

costumbres de la infancia y ahora viven

las aves y las voces atrapadas.

 

Huellas que quedan sepultadas bajo

una alfombra de otoñal hojarasca

mientras la fina lluvia cae

y deja un olor a tierra mojada.

 

Inmóviles manecillas de un reloj

que se detuvo a la hora señalada

y desde entonces acumulan polvo,

risas, sinsabores y madrugadas.

 

Temblorosa mano que se desliza

por la arrugada piel de aquella cara.

Cuenca seca y agrietada por donde

discurrió un río de cristalinas aguas.