Catelgood

Felicidad...

De repente apareciste en mi vida
Y aún no encuentro cómo agradecer
ese terror inmóvil de diana de arco
que sabe que será tocada en el centro
y no puede, ni quiere evitarlo

 

El terror inmóvil de las hojas altas
de ese árbol que frondece altivo
y no sábe por qué maravilloso efluvio
surca el agua desde sus raíces
para reverdecer sus hojas

 

Y yo miré las estrellas en tus ojos
y supe entonces cual era tu nombre
No ese con el que tu madre te llama
sino aquel que mi vida entera marcara
y te llamé: Felicidad

 

Y empecé a caminar por el mundo
con la inmensa carga de tenerte
de saberte impresa en mi sangre y en mi savia
savia que sueña ser devuelta a su dueña original
Y en mí emerge con aterradora facilidad

 

Entre mi terror, por sentirme sacudido
desde los más hondos cimientos
hasta tu campechana manera de caminar
con ese cuerpo que con ritmo canta
y ese paso entremezclado que me encanta

 

La ternura me preña de tus cosas
y ya no puedo llamarte por tu nombre
o acaso es que ya lo haya olvidado
Por eso vuelvo a buscarte, ansioso
y vuelvo a mirarme en tus ojos

 

sólo para encontrar de nuevo esa estrella
que antes nombrara en tu honor
y que responde cuando brillan tus pupilas
y sacuden los oídos de mi corazón

y cimbra los cimientos de mi interior