Felipe Espilez Murciano

Delantal de suspiros

Tú conoces el lenguaje doliente de la melancolía,
el ansia de la hiedra por ser una gaviota verde,
entre la luz perdida del sol del mediodía
y el confuso rumor del agua de la fuente.

 

Tú te peinas con quebrantos de luna llena,
en las noches heridas de recuerdos de violetas,
cuando brotan las sombras del corazón de la arena
y se te duerme el costado clavado de saetas.

 

Tú te mueres por la boca silenciosa de los olivos
y te lavas los ojos con lágrimas de jazmines,
mientras, la conformidad de las margaritas del olvido
te esconde la llamada urgente de los querubines.

 

¡Levanta ya, poema, tu delantal de suspiros
y deja en el amanecer la esperanza esclarecida!

¡Que se levanten por fin las azucenas y los lirios
y te dejen en la piel el aroma borracho de la vida!

 

¡Báñate de sol hasta las mismas grietas de tus heridas
y déjame que te mire como se mira a los libros,
con las manos de un poeta y con los ojos de un niño!