¡Aquilón de las letras, por el mundo esparciste
tu magnífica gloria, tu notable destreza
que llenó de armonía, con grandiosa belleza;
el eximio universo que tan bien describiste.
Fue tu lira,poeta, maremoto pomposo
do los sueños navegan, por eternos lugares,
y las almas se encienden con sus flamas sin pares
al llevar los preludios de tu cante precioso.
Tus poemas resuenan en el monte, en el río;
de Metapa salieron y llegaron a Francia;
sus aromas perfuman con su dulce fragancia
esparciendo sus ecos en hermoso albeldrío.
Con la péndola sacra que te diera Apolonio,
y las arpas divinas que las ninfas pulsaban;
melodías hiciste que de mieles llenaban
los jarrones celestes del palacio peonio.
Tu celéstico numen conoció la ambrosía
que libaban los dioses en sus fiestas sagradas;
y tomaste sus vinos con tus musas amadas
ofreciéndoles siempre tu mejor sinfonía.
Fue tu pluma centella del oriente venida
en la frágil figura de la persa Emelina;
y del alma se prende tu excelencia divina;
y la deja extasiada, por ternura vencida.
En tu canto preñado por tu mágica esencia
los mismísimos dioses su grandeza respetan;
en sus tronos supremos con orgullo decretan
que saliste elegido de su noble ascendencia.
El león que resguarda con empeño tus restos
orgulloso se siente de cuidar un gigante;
y en el mármol solemne que te cubre constante
se levantan laureles de tus versos enhiestos!
Autor: Aníbal Rodríguez.