Enrique del Nilo

LIBRE

 

 

 

Entre las cobijas

o bajo de un puente,

acaso en la acera de enfrente;

¡Ahí fue engendrado un niño!

¡Ahí esta condenado a vivir!

¿Condenado?

Pero si el ave nace en libertad,

somos nosotros quienes le enjaulamos…

al niño libre,

que nació en la calle

le vituperamos vago,

maleante, drogadicto

y nos emperifollamos con toda la ignorancia

que nos embarro la cátedra

y le vapuleamos,

le perseguimos, le enjaulamos,

para apartarlo de nuestra vista

por el maldito pecado de ser feliz…

 

Él se levanta y se acuesta

sin atender relojes o calendarios,

va donde quiere, cuando y como quiere

no necesita forrarse

en hipocresías,

no necesita escribir poesía

porque él es poesía

 

Desde mi confortable celda

guarnecida en barrotes de oro

mi envidia le escupe

y reprocha su libertad

y le declaro loco

y le condeno a calabozos

donde lo sepulto

y veo como desde el corazón de la tierra

surge su felicidad como retoño

y florece en sonrisas

que me acechan al pasar

le odio por el atroz delito

de ignorar la necesidad