Gerardo Barbera

LOS OLVIDADOS

El viejo juzga:

“son malos”,

“nada sirve”.

El Ser en sí

es el reflejo

de su vejez enferma.

 

Así es la vejez,

“nada sirve”,

dolor en la sangre

y en la mente,

la  perfecta imagen

del alma en penumbras

que se desvanece

al ritmo de la tuberculosis,

de la soledad

de los olvidados.

 

La vejez,

negación absoluta,

basura existencial

del Nuevo Milenio.

Los viejos,

rostros que aparecen

pidiendo casas,

medicinas, dinero…

y los líderes revolucionarios

los abrazan,

les besan…

hasta las elecciones…,

luego…,

se van

a las Islas del Caribe,

hasta que el mar

y el sol

les purifique la piel

y no queden rastros

de aquellos  abrazos

y besos.