Te encontré en un angosto pasadizo,
que sostenía el muro de mi existencialismo.
Te encontré jugando al escondite,
entre laberintos difíciles de descifrar.
Te encontré rebuscando sentimientos furtivos,
indefinidos e inacabados dentro de un cajón cerrado.
Te encontré deshojando margaritas,
bajo los rayos del sol naciente.
Coloreando arcos iris en el azul cielo,
hallé tu mirada silenciosa
que me hablaba en la quietud de la noche.
Te encontré caminando con el paraguas abierto,
recogiendo sueños mojados,
por la lluvia de mis deseos.
Te encontré sereno y callado,
sentado a la deriva de un sendero solitario.
Te encontré diseñando el boceto
de un amigo imaginario, que cobró vida
en mi diario matutino.
Te encontré y no te buscaba.
Te buscaba y no te encontraba.