Buenos tiempos en el alba ceniza del mar lloroso,
duelen los párpados tartamudos al ver la nulidad de la Luna ante las efímeras nubes y sus destellos de tempestad.
Decaen los ojos en cuencas infinitas después de volar a ras del océano infinito lleno de cosmos y laberintos.
El ritmo cardíaco se vuelve Inmortal, acelera hasta el finito sin subsistir.
Pseudoanimales los espectadores de la vida que razonan sin pensar en la verdad, en la creación del cosmos y éste mar.
Raices arcaicas aullan en el rumor del oleaje,
dentro de la espuma del día brotan lágrimas eternas que consumen la felicidad incompleta.
La soledad desquebraja la sonrisa a pesar de poder amar.
Sonrisas infantiles cubren los mínimos trozos del amor que aún existe en esta realidad.