25.

Todo era perfecto cuando mis ojos la miraban.

Todo era perfecto cuando mis ojos la miraban,

cuando en ellos se reflejaban el amor y el dolor al mismo tiempo,

cuando dejaban atrás los miedos y, en busca del destino, me abrazaban.

 

Todo era perfecto cuando mis ojos la miraban,

y apreciaban el cantar de su mirada,

cuando rugía en destellos con su enfado,

y reían con gracia en su alegría.

 

Todo era perfecto cuando mis ojos la miraban.