Vane S.

Condena

Con tan solo mirarla sentía que desataba demonios infernales que a mi cabeza susurraban \"amala\" y es que mírala, esta flagelada, lastimada y aun así se muestra bellísima, no puedo dejar de mirarla, hay algo en su  rostro que me atrae quizá sea su mirada, si eso debe ser y es que te mira como tratando de esconder algo, pero a la vez deja salir toda su verdad; lleva el infierno en las manos, pecados de la cabeza a los pies y aún así se hace llamar diosa.

 No puedo creer que fui a caer en las trampas de esa mujer y que con tan solo un beso me atara a sus infiernos, ahora me encuentro entre la nada, amándola, queriéndola ya no se que más hacer, a pesar de verla y recordar que me hace mal; este amor se convierte en tortura,  hundiéndome entre sufrimiento, queriendo fundir entre sus labios y los míos lo que siento anhelando encender el fuego en su interior y que me tome entre sus brazos para ser un solo ser.

Todo es imposible e inalcanzable, ese bello ángel me conduce al abismo y perdición, me aleja de ser quien soy y me conduce a tentaciones mortales, me aleja del cielo y me lleva profundidades encontradas más allá de lo que conocemos, pero la quiero aun con miedo a perderme yo la quiero. Debería culparla por lo que siento, si ella no existiera jamás hubiera sentido esto, sin embargo no me atrevo a hacerlo, no puedo culparla a algo que yo accedí condenarme.

Cuando la veo cerca siento que me quemo; desvio mi mirada, pero de un modo u otro siempre vuelvo a ella a esa mujer que es ajena a mí, tan mía, tan suya, tan de nadie, se pertenece a si misma tanto como yo le pertenezco a ella.