Margarita García Alonso

Mi madre y Friedrich

 

Cuando la Princesa Von Hamburgo

regaló un piano a Friedrich

este cortó casi todas las cuerdas.

 

Con las cuerdas sanas

improvisó un diálogo

monástico junto al diablo

sobre un horrible cuadro

de veleros estancados

en manchas de óleo.

 

Mi madre no entiende

qué hace un barco varado

en el azul Prusia.

Me escribe para ser entendida

cuando riega los cactus.

 

Me afino, juro que afino

pero poco puedo hacer

con un instrumento troceado.

 

Tampoco mi poesía se entiende,

la escribo para no ser entendida,

Hölderlin traduce mis notas

con un tenedor de cocina

al que le faltan dientes.

 

Mi madre se agota

en la formulación

de cualquier palabra,

mi madre ha pactado con Friedrich

para que descuartice

 -uno a uno-

los filamentos de la memoria.

 

Día y noche, años de ausencia,

sola en el diluvio de palabras,

arranca en el huerto

la finísima pelusa

de los ángeles.

 

Del poemario  Zupia, 

Editions Hoy no he visto el paraíso, 2016

 

¿Qué soy para ti, qué soy yo, patria mía?

Un débil, un enfermo a quien su madre,

con una tonada triste, desesperada,

acuna entre sus pacientes brazos.

Hölderlin, El laurel.