Alfredo Daniel Lopez

Ángel Caído --prosa poetica--

Ángel Caído

 

...

Mis alas rotas esparcidas por el suelo
yacen junto a mi adolorido cuerpo,
tengo el corazón roto de dolor
y el alma enferma por tu maldad.

¿Qué paso? ¿Dónde me equivoque?,
esos hermosos ojos verdes,
cómo pudieron ocultar la maldad de tu ser.

Me alzaste hasta el mismo cielo y fui muy feliz,
para luego arrastrarme a los infiernos
dónde no deje de sufrir.

Sólo fui par ti un muñeco:
- hoy quiero jugar contigo... ¡que bello!
mañana te molesto y me abandonas
en la oscuridad del cajón,
dónde escondes los objetos de tu podrido corazón;
y yo triste, temeroso, adolorido: lloraba, lloraba y lloraba.

- ¡Te amo!, me juraste una y mil veces,
mientras tus ojos verdes brillaban sin cesar.
- ¡Sin ti no se vivir!, me decías susurrando seductora al oído,
mientras jugabas coqueta con mi cabello.
Sabías bien que todo ello me hacía sentir el hombre más feliz del mundo.

Mientras tanto te ofrecías a otros hombres para sentirte deseada,
sabiendo que yo era tu fiel perro faldero,
él que nunca te dejaba.

¡Qué ciego fuí, todo lo , lo oí, lo leí... pero no lo quise creer!

- Todo es tu imaginación mi cielo, yo solo vivo para ti.

Como el amor anula tus sentidos,
te vuelve no solo ciego,
si no sordo, mudo y tonto;
quitando de tu mente la razón.

Arrastrando así mi anatomía
como excremento por las cloacas de la vida;
ya no valía nada, ya no creía en nada, ya no respiraba... ya no vivía.

- Te he descubierto me estás mintiendo, ¡exclamo con dolor!

- Dime la verdad y te perdonaré, pero no juegues conmigo por favor.

- Estás mal cielo, mi corazón late solo por ti, sin ti me muero.

¡Qué cínica!, ni con las pruebas en mano me quito la cicuta de sus besos.

Cegado por el amor, arrastre sangránte mi herida dignidad
por las calles de la perdición,
del dolor y del olvido;
tragando la vil humillación
de pasar de un ser un buen señor
a ser sólo \"un estropajo por amor\".

¡Cómo me perdí, qué poco quedo de mi, sólo polvo y negro hollín!

Reacciona me decía mi Pepito Grillo,
abre los ojos y .
Pero la idea de perderla me provocaba falta de aire,
taquicardías;
y una sensación constante de vértigo

- Sin ella Pepito me muero, no puedo, no viviré... me moriré.

Pasarón los días,
pasarón las semanas y los meses,
y a una mentira se le unía otra, más pérfida aún.

¡Cómo duele esto Dios mío!
¡Qué castigo tan duro!

Pero me aferraba a la ilusión
\"ya cambiara, seguro que todo tiene explicación\".
Arrastrando así mi cuerpo
como la serpiente condenada por Dios,
mi calvario día a día yo vivía.

Las mentiras, los engaños, las trampas y los juegos
no pararon.
Con lágrimas en los ojos
y el corazón dolorido
tuve que aceptar la verdad ¡habían jugado conmigo!,
había sido la víctima de una mente y un ser maligno.

Con la lengua atragantada
la voz entrecortada,
me arme de valor
para enfrentar a mi verdugo,
con la firme convicción
de hablar y no escuchar,
si no su canto de sirena
me embrujaría otra vez -como siempre- y perdería la razón.

Entonces comencé como loco a soltar,
lo qué llevé mucho tiempo dentro de mi
y de paporreta, como si leyera en mi mente la tabla de multiplicar,
la dije sin parar todas sus verdades, las que ella negó pero no la oí...
y luego salí corriendo pues sabía que voltear era condenarme.

Me tenía entre sus brazos, entre sus piernas, entre sus bragas...,
una palabra,
tan sólo una palabra suya
y sucumbiria otra vez
adicto a su amor.

Por ello corrí, corrí, corrí y no pare;
corrí sin rumbo ni sentido
tenía que alejarme de ese ser qué destrozo para siempre mi destino.

...

 

Un beso y una flor

Alfredo Daniel Lopez 

01 - 08 - 2017

Barcelona - España