YO CLAUDIO

A MI PADRE.

Pasaban las horas y mi padre no llegaba,

mi madre preocupada

por lo tarde, que la noche alcanzaba, 

el hombre traía puesto solo un suéter, 

poca cosa que le abrigaba.

Por debajo de los pies

solo calzétas delgadas,

que mama le arreglaba.

Mi madre y yo acurrúcado

frente a una fogata,

que nos cubría del frío de la noche

mientras esperabamós

al hombre que llegara.

 

Las horas pasaban lentas,

los perros afuera ladraban,

mirabamós para ver quien llamaba

cuando vi una lagrimá,

que a mi madre en su mejilla le rodaba,

yo con un beso se la robaba,

para verla tranquila 

y no verla preocupada.

 

Nos sentamós frente al fogón,

nos dormimos por un rato,

a lo lejos se escuchaba,

el maullar de un gato

y el grito desesperado de un hombre

que venía con su espanto,

para entregar la noticia

que en la otra esquina,

hubo un asalto,

mi madre me abrazo fuerte,

para tenerme en su regazo 

como pude salí corriendo 

para ver quien era el hombre caído 

y poder decirle a mi madre,

que no era mi padre, el fallecido.

 

Pero, al verlo me di cuenta,

que era mi padre,

quien estaba en el suelo, tendido,

con una bala en la frente, 

y otra en el pecho,

mientras el hechór

me pedía perdón,

por abérlo confundido,

y yo siendo aun, un niño

me quede en el cuerpo de mi padre dormido 

para ver si escuchaba el hombre,

el latir de mi gemido.

 

al volver la vista atrás,

vi a mi madre de rodillas

pidiendolé a Dios, que le devuelva 

a su hombre,

a quien tanto quería.