Jesús Pérez Romero

LA VEJEZ

Con los años, suele pasar que los brazos

pierden fuerza

y las ilusiones como los sueños

se van escapando

por las rendijas del viento

para buscar

en la fuerza de otros brazos

el fuego abrasador de la pasión perdida.

 

Se pierden las ganas de comerse el mundo

y buscas en el calor de una caricia

las fuerzas necesarias para seguir viviendo

sin caer rendido

 en la mirada de ojos negros de la muerte.

 

Con los años los pasos se vuelven torpes

y las ganas de luchar

se esconden en cada arruga de la piel

aflorando

los miedos que todo humano

tenemos cuando se va acercando el ocaso.