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Ourea impenetrable, sin ternura,
salvaje de los pies a la cabeza,
de bella tez , de falsa gentileza,
y con la piel tan fría como dura.
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Helado corazón, cuerpo de roca,
que muestras en la cara un blanco velo,
y en el cuello un collar de piedra y hielo
que lleva de camino hasta tu boca.
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Te nutres del calor de las gargantas
y del valor del loco que te admira
para luego otorgar desgracia o suerte.
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Allí, donde tan fresca te levantas,
el tiempo se detiene, calla y mira,
la cara de la vida y de la muerte.